MACHU PICCHU

Parece que en la infancia, no conocí quebranto.
Pues la recuerdo tranquila.


Mi madre nos llevaba a Machu Picchu cada año,
en época de lluvia,
y sumergía sus manos en el oscuro cielo que se refleja en los charcos,
para pedir un deseo.


Recuerdo que pedía una existencia tranquila:
...'Sin lujos, ni hambre. Sin tedio, ni locura...'


Y enterraba sus adornos de plata en el humus.
Y ofrendaba la tierra con alimento andino.
Luego nos miraba sonriendo y nos decía,
en ese lenguaje extraño que sólo los niños y los hombres inocentes conocen:
'Ahora sí, tengo la certeza, de que todo saldrá bien...'
...


Pero la vida, en algún momento, hizo a mi madre dura.
Y como muerta nuestra infancia, se le murió la inocencia.
Y no volvimos a pisar aquel lugar maravilloso
en que contemplé los atardeceres más hermosos de mi vida.
Ni volvimos a escarbar la tierra para pedir deseos.
Ni recitamos más hechizos a la luz de la Luna,
ni preparamos brebajes, ni menjunjes, ni remedios caseros,
del Libro de Herbolario de nuestra abuela muerta.
...


Sólo retazos de inocencia sobreviven en mi casa,
de esa época de mantras y mandalas.
Retazos de inocencia que se hacen aparentes,
cuando mi hermana me pregunta si de verdad hay un cielo,
o cuando me sorprendo escribiendo, a mitad de la noche,
poemas sobre amores que jamás terminan...
(que sobreviven a una y otra existencia futura... )

Y me parece que en la infancia, no conocí quebranto.
Porque cuando vuelvo la mirada, sólo veo un mar tranquilo...
...


Y es ahora que lloro en medio de mis sueños.
Y es ahora que me quiebro.
Y consciente de mi síndrome de Cinderella,
rehúso para mis poemas los finales felices...


Copyright © 2003 by Gustavo Ricardo Albarracín Quintero.



MACHU PICCHU MACHU PICCHU Reviewed by Daniel Angello on junio 15, 2007 Rating: 5

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